Se trata de una de las flores más hermosas que podemos encontrar en los montes de Extremadura, denominada Rosa de Alejandría o Rosa de los Montes.
De modo natural crece en Francia, la Siberia y las regiones meridionales de España.
Fueron los sabios griegos quienes descubrieron sus propiedades y la llamaron Planta que Emana la Luna o Planta Divina.
Su floración tiene lugar durante los meses de abril a junio, dependiendo de las variantes términcas de los ecosistemas donde se desarrollen.
Leyenda de la Rosa de Alejandria
Antiguamente la creían propicia para ahuyentar espíritus, alejar tempestades y preservar las cosechas. Se recolectaba por sus especiales propiedades medicinales y para rituales supersticiosos. Mencionaban, que esta extraordinaria flor podía aliviar los dolores del alma.
Su nombre, Peonía, proviene del latín y se debe al médico Paón de los Dioses que curó a Ades en la Guerra de Troya y decían que «era valiosa contra las pesadillas provocadas por los faunos».
Los padres de la medicina griega (Hipócrates, Dioscórides, Teofrasto) o latinos como Pilino describieron esta planta analizando sus propiedades curativas.
Se utilizaba como droga que poseían la capacidad de llevarnos entre el Ying y el Yang de forma controlada.
Sin duda una planta de gran belleza que merece un mimo especial porque está desapareciendo de nuestros montes extremeños, donde nace.
Propiedades medicinales de la Rosa de Alejandría
A groso modo, la Rosa de Alejandría tiene las siguientes propiedades:
- Reduce inflamaciones ,
- Disminuye la presión sanguínea,
- Baja la fiebre,
- Puede ayudar a la fertilizar actuando contra el síndrome del ovario poliquístico
- Previene los dolores de vejaga y riñones.
En el campo debemos tratarlas con mucho mimo. Contemplándola con el mayor de los respetos, procurando no dañarla y por supuesto no debemos cortarla ni arrancarla.
No quedan muchas y aunque en territorios como las Villuercas, la Siberia y otras sierras y montes de Extremadura son fáciles de encontrar están en franco retroceso.
Son una especie botánica muy característica y que debiera tener una consideración y al menos un cariño especial.
Hay que disfrutarla en la sierra. Nosotros tenemos la suerte de que brote en nuestra Sierra de Alor, junto con otras muchas especies de flores que hacen de este lugar un sitio mágico y extraordinario.
Os invito a verla, aprovechando una buena ruta senderista.
Tiene una belleza auténtica y sencilla, ya lo veréis.